domingo, 13 de julio de 2008
Hacia el norte
Aunque todos estábamos entusiasmados con la arqueología ecuatoriana, yo tenía la intención de inaugurar un nuevo proyecto más hacia el norte, es decir, en el área mesoamericana. En el año 1971 había pasado medio verano con un equipo de la Universidad de Pensilvania que trabajaba en la península de Tayasal, en el Petén de Guatemala, y había entrado en contacto con una civilización que admiraba desde mucho tiempo antes, la civilización maya. Convencí al director de la Misión Española, entonces José Alcina, y en el verano de 1973 llevé adelante un largo recorrido exploratorio por tres países de Mesoamérica, México, Guatemala y Belice, a los que posteriormente añadí Honduras. Con un equipo de colaboradores hicimos multitud de visitas, reconocimientos, fotografías y excavaciones de prueba en los lugares que nos parecieron más apropiados para un proyecto de cierta duración. Las peripecias de ese viaje darían para todo un libro; ya no eran los tiempos decimonónicos de los viejos exploradores como Stephens, pero mucho de lo que ellos encontraron y sufrieron seguía inamovible en los maravillosos paisajes centroamericanos, desde los enormes mosquitos y las garrapatas hasta los caminos intransitables y las tormentas torrenciales en medio de la selva. Obviamente, tan importantes nos parecieron los restos arqueológicos como las poblaciones indígenas que todavía conservaban muchas costumbres y creencias propias de la tradición precolombina.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario