¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

martes, 9 de diciembre de 2014

LA RISA DE IXMUKANÉ

En estos días llega a las librerías mi último libro, publicado por la editorial Miraguano y titulado La risa de Ixmukané. Cualquier lector del Popol Vuh, ese maravilloso poema mitológico maya, sabe que Ixmukané es la abuela de los gemelos divinos, el par de dioses que se convertirán en el sol y la luna. Cuando preparé mi versión del Popol Vuh, que sacó al público la editorial Trotta, hubo un episodio que llamó mi atención, cuando la anciana diosa de la tierra, la vieja hechicera, suelta sonoras carcajadas al ver a sus queridos nietos, hermanastros de los anteriores, transformados en monos que dan saltos y gesticulan delante de ella. Supe que ese acontecimiento poseía un profundo valor simbólico y decidí indagar en él con detenimiento. Esa indagación llega ahora a su fin, y el resultado es este libro en el que abordo el fenómeno de la risa en diferentes culturas y momentos cronológicos. Aunque las conclusiones que alcanzo no pueden ser definitivas, sí creo haber desbrozado bastante el camino en la tarea de estudiar los casos de jovialidad muy expresiva y plantear una hipótesis sólida sobre tal manifestación antropológica. Es una modesta aportación, desde el lado de los mayas, a la bibliografía sobre la risa y a los muchos casos artísticos en que la risa muestra su poderosa proyección en el desarrollo del relato o el mito.

martes, 2 de diciembre de 2014

NOTICIAS DE GUATEMALA

El otro día estuvieron en mi casa mis amigos Cristina Vidal y Gaspar Muñoz. Durante un largo y muy agradable rato me enseñaron con un ordenador los últimos descubrimientos que habían hecho en La Blanca y Chilonché, los sitios de El Petén donde llevan trabajando ya bastantes años. En La Blanca llamó mi atención el estupendo friso hallado en un edificio: una representación en piedra y estuco semejante a los mascarones de fachada de otros lugares. Dimos vueltas respecto a la interpretación de varias de las características de esa obra, motivos de dudosa adscripción y difícil comparación. Es curioso, a pesar de que la decoración con máscaras o mascarones es un rasgo muy extendido de la arquitectura maya monumental, sobre todo en el Preclásico y el Clásico Temprano, todavía aparecen relieves que son únicos o casi únicos, según esa inveterada costumbre maya de dotar a las ciudades de una personalidad exclusiva, aun siendo parte de la misma tradición que otras muchas. Ciertamente, aquí hay que tener en cuenta los vericuetos y las variables de esa tradición, las adaptaciones locales o regionales, los distintos cultos y ritos. Para mí tales obras son expresiones de ideas cosmológicas teñidas de matices políticos; o, dicho de otra manera, testimonios del aprovechamiento con fines políticos y dinásticos de la ideología religiosa y la cosmovisión.
En Chilonché hay una escultura monumental casi de bulto en un edificio. Parece un animal mitológico, quizás relacionado con el estrato acuático del mundo. Un trabajo impresionante y muy expresivo.
Felizmente, los españoles siguen, con esfuerzo y penurias, manteniendo un alto nivel de calidad en sus excavaciones en América. Ojalá que dure mucho tiempo.

jueves, 24 de julio de 2014

¿Para qué sirve escribir?

Si hago un recorrido rápido en mi ya no tan lúcida memoria veo que mi vida ha tenido como momentos culminantes aquellos en los que he estado en el campo excavando y los que me sorprendieron en mi mesa de trabajo urdiendo un artículo o un libro. Por supuesto, quedan como relámpagos gloriosos ciertos conciertos de música, una docena de óperas, una veintena de exposiciones de pintura y las pisadas sobre cuatro o cinco ciudades y lugares que han alimentado mi fantasía desde que tengo uso de razón. Y el cine, a menudo, sin embargo, bastante horrendo. Una buena vida, pues, un balance claramente positivo, ya que he excavado mucho y he escrito mucho. Deduzco que escribir es un acto de autoafirmación, de desahogo, de realización personal, de ejercicio intelectual placentero, tanto si escribes de arqueología o matemáticas como si haces estrictamente literatura. Es probable que, después de diez mil años de tales prácticas escriturarias, escribir haya pasado a ser algo semejante a un instinto básico acurrucado en cualquier ignoto gen; no todo el mundo logra despertarlo, o saca de él tanto partido, pero quien lo ejecuta, quien lo pone sobre los días y las noches, es ya un adicto irremediable. No es importante que te lean, aunque eso halaga nuestro ego, cosa siempre apetecible e incluso saludable. Por eso yo animo siempre a mis lectores a que me digan qué les ha parecido mi escritura, por ejemplo, últimamente las tres novelas de Alianza. Sean buenas o malas, las reseñas o críticas son invariablemente piropos a los escritores.

viernes, 28 de marzo de 2014

La magia y los mayas

Si uno lee con detenimiento el Popol Vuh se da cuenta en seguida de que la violencia allí contenida no tiene nada que ver con la guerra, con el belicismo armado, con la organización de ejércitos ni nada parecido. Una civilización tan acostumbrada a guerrear debía haber dejado un libro mitológico donde la guerra, o sus hábitos y ademanes colaterales, estuvieran muy presentes. Sucede así en otros grandes compendios, como el Ramayana o la misma Biblia. No en el caso maya, solamente en el Rabinal Achí, que es un texto periférico y tardío, y tampoco como cuestión medular. Ciertamente, el Popol Vuh es igualmente periférico y tardío, pero su profundidad temporal está bien demostrada mediante los objetos arqueológicos, hasta del Preclásico, que contienen escenas del mito. Lo que el Popol Vuh presenta es una violencia generada y rodeada por la magia. Podría decirse incluso que ese documento cosmogónico es un tratado de magia; en el tiempo del origen, in illo tempore, los héroes no esgrimen las lanzas y no se enfrentan en cruentos combates, sencillamente recurren a la magia. ¿Será que los mayas antiguos eran realmente, antes que un pueblo guerrero, un pueblo con mentalidad mágica, que vivía en un mundo plagado de resortes mágicos?

miércoles, 19 de febrero de 2014

LAS ESCALERAS

Un rasgo muy interesante de la cultura maya, presente en numerosas ciudades del norte y del sur de la península de Yucatán, es el de las escaleras decoradas con textos jeroglíficos. Lo primero que me apetece preguntarme es la razón de la abundancia de escaleras en los centros urbanos: ¿no les resultaba incómodo, incluso impracticable en ocasiones, tanto subir y bajar? Es indudable que los mayas estaban interesados en reproducir en la traza de las ciudades la irregularidad del terreno salvaje; la ciudad era un trasunto del mundo, y de igual manera que contenía reproducciones de las montañas (las pirámides), tenía reproducciones de los mares (algunas plazas o patios), y, por supuesto, de los contornos topográficos. Así se hacía "cultural" la naturaleza y el universo. A los incas les entusiasmaba trabajar los grandes afloramientos rocosos, regularizándolos, geometrizándolos; a los mayas les ocurría igual con los desniveles, les encantaba salvarlos con escaleras. No en vano Ceram dejó hace muchos años un título para la posteridad cuando se refería a Mesoamérica en su famoso libro de divulgación: El libro de las escaleras. Y ahí aparecen las inscripciones, que, indudablemente, se relacionan con la actitud de pasar de un nivel a otro, de ascender (cuando se desciende no se pueden ver, están en el peralte). Obviamente, esas inscripciones, como las restantes, exaltan casi siempre a los gobernantes, pero colocadas de esa manera, en Dos Pilas, en Dzibanché o en Oxkintok (donde yo tuve ocasión de excavar una de ellas), acercan a los que las superan a las alturas de la sacralidad o el poder, presentes invariablemente más allá. Una constante que se puede comparar con otros contextos de la Antigüedad mundial.

jueves, 2 de enero de 2014

LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS

Desde mis muchos años en la universidad española creo que he ganado el derecho a comparar la situación actual con la que me encontré a mi llegada. Algo que no se olvida es que antaño el acceso y las posibilidades de una carrera universitaria como profesor e investigador iban ligados a la protección, por llamarlo de alguna manera, de un catedrático con influencia. Era él quien trazaba las líneas de lo que el recién llegado debía o no debía hacer, los puestos que ocuparía y las tareas que se le iban a encomendar. Hoy, ese sistema piramidal se ha transformado en otro claramente horizontal donde se necesitan los votos de numerosos miembros de un departamento. Este de ahora parece más justo, pero es una impresión engañosa, sigue siendo conveniente, si no absolutamente necesario, ser hábil en las relaciones personales, llevarse bien con la gente, adular al que se deje y contemporizar con lo que se ve o se oye. Los méritos son importantes pero casi secundarios, como pasaba antes, existe todavía la endogamia, más fuerte desde que hay autonomías, y las plazas siguen llevando nombre antes incluso de que se convoquen. Es difícil hacer investigación, ahora hay muchas más horas lectivas y más agotadoras, y sin embargo la investigación tiene mucho peso en la valoración de los curricula. No obstante, yo diría que antes había más gandules y zoquetes que alcanzaban el rango de profesor, pero también había más gente brillante que ahora. Cuando yo empecé en la universidad, todo el mundo conocía una docena de nombres famosos en la vida académica, hoy el hombre de la calle no podría mencionar a uno solo, incluso si la pregunta se dirige a alguien culto y lector de periódicos. ¿Hemos avanzado, hemos ganado con los cambios, o hemos perdido? ¿Hay ahora más mediocridad que antes? Otro tema interesante son los estudiantes, y esos sí que son bien diferentes, desde el atuendo hasta la conducta. Pero de eso escribiré en otra ocasión.