¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

lunes, 22 de noviembre de 2010

PROYECTOS EN AMÉRICA

De tiempo en tiempo me lamento de la escasa presencia de la arqueología española en América. Sigo sin entender el porqué las autoridades competentes (Ministerios de Educación, Ciencia, Cultura y Asuntos Exteriores) prestan tan nula atención a estos asuntos que podrían ser una vía excelente para encauzar una corriente de cooperación con los paises de nuestro ámbito lingüístico y cultural. A nadie parece importarle un pimiento si hay misiones con arqueólogos o antropólogos por esas entrañables tierras que formaron parte de la Historia de España durante trescientos años, y que se supone, a tenor de la retórica oficial, que son área prioritaria para nuestra acción diplomática. Nada, pura palabrería, al menos ésa es mi sensación en lo que yo conozco y escucho. Que yo sepa, en el momento presente sólo hay una Misión arqueológica española de cierta entidad, la que trabaja desde hace años en el sitio de La Blanca, en el Departamento de El Petén, en Guatemala. Y Allí beneméritos investigadores de las Universidades de Valencia se baten contra las muchas dificultades, económicas, burocráticas, medioambientales, logísticas, para obtener nueva información sobre los mayas que poblaban la región a finales del período Clásico (ca. 800-1000 d.C.). Una tarea que merece todo el respeto de los profesionales, y desde luego la colaboración de los responsables de los dos lados del Atlántico. Además, son muchos los datos que van saliendo de las excavaciones de La Blanca y que ya han sido publicados en la serie del Proyecto, y algunos nuevos y muy importantes en lo que atañe a temas como la arquitectura, el urbanismo o los grafitos.
Proyectos de esta calidad deberían estar vigentes en otras zonas de América, en los Andes, por ejemplo, donde los arqueólogos españoles estuvieron presentes entre 1968 y 1980, o en las Antillas, o en Argentina, y ¿por qué no? en Estados Unidos o Canadá. Amplitud de miras, generosidad, visión de futuro, sensatez, todo eso es lo que piden los arqueólogos americanistas españoles a los políticos que deciden sobre tales cuestiones. Mi experiencia de muchos años me indica que ésa es una inversión muy rentable, y que la huella dejada por el trabajo español es visible, perdurable e indeleble.

miércoles, 6 de octubre de 2010

¡PIRÁMIDES!

Ayer estuve en un programa de televisión donde se discutía el problema de la definición de las pirámides. Acostumbrados a imaginar siempre pirámides egipcias o mesoamericanas perdemos de vista el hecho de que existen muchas más, en otros países y con otras características. Se hablaba ayer de las supuestas pirámides bosnias y yo subrayaba la diferencia indudable entre esas construcciones -si es que se las puede llamar así- y las mexicanas y guatemaltecas, no sé cómo calificar los restos encontrados en los Balcanes, pero toda elevación artificial con forma piramidal o troncocónica puede recibir el nombre de pirámide. La mayoría de las conocidas tienen función funeraria o de culto religioso, también conmemoran gobiernos y dinastías. Pero yo diría que una verdadera pirámide debe ser, ante todo, una representación de la montaña, de la montaña sagrada, de la montaña originaria, el nexo de unión con el cielo, el eje que conecta la superficie de la tierra con cielo e inframundo. La pirámide refleja el ansia de elevación hacia las nubes que sienten los seres humanos, tal vez la nostalgia de un tiempo en que los hombres y los dioses compartían codo con codo la creación.

lunes, 20 de septiembre de 2010

¡Viva la divulgación!

Rara vez me niego a colaborar con un medio en el que vea la posibilidad de una buena divulgación de la arqueología precolombina. Desde hace muchos años estoy comprometido con la idea de que en España se conozcan y se aprecien las civilizaciones americanas prehispánicas en igual medida al menos que lo son las orientales. Por eso publico artículos en las revistas de Historia, en las de viajes y en otras, y participo en programas de televisión como Cuarto Milenio, donde Íker Jiménez hace una extraordinaria labor para difundir los misterios de culturas como la maya, la de Nazca o la incaica. También salen a las ondas mis palabras en diversas emisoras de radio, por ejemplo en el programa de la SER que dirige Nacho Ares.
La América indígena formó parte de la Historia de España durante trescientos años. Es de justicia, y de sentido común, que nos preocupemos por que todos los españoles conozcan y se familiaricen con las raíces de esas sociedades nativas. Con mucha más razón cuando son civilizaciones maravillosas cuyas realizaciones resultan fascinantes, desde el punto de vista del arte y desde el punto de vista de la antropología.

jueves, 19 de agosto de 2010

¿Qué fue de Oxkintok después de 1991?

Por ese tiempo, a comienzos de la década de los noventa del pasado siglo, terminaron los trabajos de campo del Proyecto Oxkintok que patrocinó el Gobierno de España. Conscientes las autoridades mexicanas de la importancia de este sitio para conocer mejor la arqueología del norte de la península de Yucatán, encargaron entonces a Ricardo Velázquez, que había trabajado con la Misión española, la continuación de las excavaciones y restauraciones, En efecto, durante varios años un equipo exclusivamente mexicano, en el que había ocasionalmente algún español conocedor del yacimiento, hizo significativos progresos en el descubrimiento de nuevas áreas de la ciudad y la consolidación de edificios, a la vez que el lugar se hacía más atractivo para los visitantes. Pero, ¡ay!, como sucede tantas veces, no se publicaron esos trabajos, con lo cual los estudiosos no pudieron saber qué era lo que se había encontrado. Ricardo, buen amigo mío, murió, y se llevó consigo muchos de los secretos de Oxkintok. Sería muy conveniente que un nuevo equipo retomara las investigaciones, ordenara y publicara los informes de Ricardo, fotografiara y diera a conocer los objetos y estructuras, y siguiera excavando en esa extraordinaria ciudad. Si los mexicanos no quieren o no pueden hacerlo, podrían sugerirlo a un equipo extranjero de reconocida solvencia.

miércoles, 2 de junio de 2010

El controvertido caso del caimán decapitado

Muchas culturas antiguas poseían mitos de origen que hablaban de la muerte y el descuartizamiento de un monstruo, cuyos restos sirvieron para construir la tierra o el mundo. Sabemos que los mayas pensaban que la tierra era semejante a un cocodrilo -o era realmente un cocodrilo- que descansaba y flotaba en una enorme extensión de agua. Algunas fuentes coloniales, como varios libros de Chilam Balam, cuentan que ese cocodrilo fue muerto por las potencias superiores, aparentemente mediante decapitación. Eric Velásquez, Ana García, Florencia Scandar y Alfonso Lacadena opinan que hay pruebas del período Clásico que apoyan esa versión del mito. Citan el trabajo de David Stuart con las inscripciones del Templo XIX de Palenque, y unos pocos, y escasamente concluyentes, datos iconográficos. Es posible que en Palenque se aceptara la idea de la decapitación del caimán, pero ni en Copán ni en Piedras Negras, ni en otros lugares mencionados por los investigadores, hay imágenes claras que avalen literalmente ese modelo de sacrificio. Mientras no se encuentre algo más, no podemos afirmar que la decapitación del caimán fuera una creencia maya clásica.
Por cierto, los esfuerzos por mostrar la continuidad de las creencias cosmogónicas, y religiosas en general, entre el Clásico y el Postclásico, y la época colonial, vienen a ratificar lo que llevo defendiendo desde hace más de veinte años, y rectifican otras perspectivas, como la del investigador francés Claude François Baudez, contrario a esa continuidad.

martes, 1 de junio de 2010

Catástrofes, conservación y turismo

Llega la temporada de huracanes y tormentas tropicales. En Guatemala, el volcán Pacaya ha entrado en erupción. Estos países centroamericanos, que tienen a su cargo la conservación de un patrimonio cultural maravilloso, extensísimo y envidiable, sufren una y otra vez el zarpazo de una naturaleza desbordada. Yo entiendo muy bien que, dentro del rampante nacionalismo que impera en las esferas políticas americanas, se pongan numerosas trabas a la presencia de equipos internacionales que desean excavar, investigar y, por supuesto, restaurar, los numerosos yacimientos de la cultura maya antigua. Se dice, sin embargo, que los estados no pueden aceptar la responsabilidad del mantenimiento de los sitios restaurados. ¿Por qué no se promueve, entonces, una cooperación arqueológica internacional que contemple, a largo plazo, las ayudas de los países más ricos a la restauración y el mantenimiento de las ciudades de la selva? Que los países o las instituciones europeas y norteamericanas obtengan las necesarias facilidades para trabajar en el campo, en Guatemala, México, Honduras, Belice, pero que, paralelamente, se comprometan a mantener y cuidar los sitios excavados y restaurados durante, por ejemplo, veinte años después de finalizar la investigación. Que los acuerdos sean garantizados por los Gobiernos respectivos, que los países americanos permitan la instalación permanente de equipos de investigadores y restauradores en los lugares excavados.

jueves, 20 de mayo de 2010

CANTEROS Y ALBAÑILES

El trabajo de la piedra en la América precolombina es uno de los temas preferidos de los aficionados a los misterios de la arqueología. Uno no se explica cómo los olmecas de Veracruz y Tabasco pudieron llevar desde la Sierra de los Tuxtlas esos inmensos bloques de piedra con los que luego se labrarían las célebres cabezas colosales, ni es lógico que con herramientas de la Edad de Piedra se pudieran levantar moles formidables como el Templo del Sol de Teotihuacán, la Pirámide de Cholula o el Templo IV de Tikal, o la cada vez más sorprendente Acrópolis de Toniná. Y si nos vamos al Perú podemos volvernos locos elucubrando con los medios que tenían los incas para hacer Sacsayhuamán, en las afueras del Cuzco, con piedras tan gigantescas, o la manera en que lograron alzar terrazas de cultivo en lugares inverosímiles a lo largo y ancho de la cordillera de los Andes. Igualmente, los turistas se quedan perplejos cuando se les muestran los sillares de once ángulos que encajan sin mortero en las antiguas construcciones de la capital del Imperio precolombino más grande, el Tawantinsuyu.
En fin, los canteros indígenas, los picapedreros, los arquitectos y albañiles de aquellas civilizaciones asombrosas poseían secretos extraordinarios sobre su arte, y los arqueólogos nos esforzamos ahora por desentrañarlos, trabajo difícil pero fascinante.

viernes, 16 de abril de 2010

Idiomas, conocimiento y comunicación

Todo el mundo coincide en reconocer que hoy el inglés es el idioma franco que deben usar los políticos, los periodistas y los científicos. Tal vez también los turistas y aquellos que hacen negocios con viajeros y veraneantes. Los arqueólogos sabían el alemán hasta los años setenta del pasado siglo, algunos incluso el francés, que por entonces se enseñaba en los colegios. Ahora se debe publicar en inglés, y si uno se dedica a Mesoamérica mucho más todavía. Los norteamericanos, que dominan el campo de la arqueología mesoamericana, no suelen entender el español, y no leen lo que se publica en esa lengua. ¿Es justa tal situación, sobre todo si se tiene en cuenta que el español es el idioma de los países donde se asentaron las culturas precolombinas objeto de estudio? ¡Que aprendan inglés! dicen los del norte, pero tal propósito loable no es tan fácil, las condiciones educativas y políticas de estos países no permiten en la actualidad hacer de la enseñanza bilingüe una realidad inmediata, tampoco en España, donde el mismísimo presidente del Gobierno no ha logrado, desde que llegó al poder hace años, entenderse en inglés con ningún colega europeo o de otro continente. Dada esta situación, los anglosajones que trabajan en lugares como México o Guatemala deberían tener más en cuenta el trabajo, publicado en español, de los estudiosos locales, y citarlo más a menudo cuando sea relevante. Es indudable que con frecuencia nadie conoce esa arqueología mejor que ellos,

jueves, 18 de marzo de 2010

LOS MAYAS Y LAS CATÁSTROFES

Un amable locutor de Radio Caracol me llama desde Colombia para preguntarme por los estudios que los antiguos mayas pudieron haber realizado sobre catástrofes naturales, muy especialmente terremotos. Seguramente, los movimientos sísmicos recientes en los extremos del continente sudamericano hicieron pensar a más de uno que tales fenómenos serían el preludio de mayores cataclismos. Lo cierto, como ya he indicado en otras ocasiones, es que los mayas no dejaron, que yo sepa, ningún texto en el que se mencionaran catástrofes concretas asociadas al final del gran ciclo de 13 baktunes, en nuestro año cristiano 2012. Los mayas eran excelentes astrónomos, llevaban siglos observando el cielo cuando plantearon su complicado calendario. Pero era una astronomía arcaica, mezcla de hechos científicos y creencias mitológicas, cuyos logros prácticos más notorios fueron la ordenación de las tareas agrícolas y la fijación de las ceremonias religiosas y políticas, además de servir para la planificación de las ciudades y de los edificios. En las Tierras Bajas mayas no se sienten los terremotos, que llegan tan amortiguados como las erupciones de los volcanes de las serranías, pero sí se sufren los huracanes. No obstante, las referencias a tan violentas manifestaciones son casi inexistentes, y lo que hay tiene fecha ya colonial. Quedan muchas inscripciones por descifrar, y, desde luego, muchas por descubrir, pero me parece que no eran esas las principales preocupaciones de los reyes y los sacerdotes clásicos, más interesados por asuntos políticos particulares y por la construcción mitológica de la realidad.

jueves, 11 de febrero de 2010

¿QUÉ QUERÍAN DECIR LOS MAYAS?

Hoy me han hecho una entrevista en Radio Andorra, y dos de las preguntas de los locutores han llamado mi atención. La primera era algo parecido a esto ¿qué se puede hacer cuando se piensa que el mundo se acabará en una fecha determinada y no muy lejana? Y la segunda ¿cómo hubieran podido los mayas predecir fenómenos astrales, y sus posibles consecuencias, que iban a suceder más de mil años después? Todo ello relacionado, como es natural, con las famosas "profecías" sobre el año 2012. La primera cuestión tiene una respuesta complicada, porque los mayas elaboraron una teoría evolutiva de tipo catastrofista (evidente en el Popol Vuh, por ejemplo) que mezclaba seguramente observaciones astronómicas con ideas religiosas, místicas y hasta morales. ¿Qué mejor cosa que una renovación periódica conducente a la mayor perfección de la humanidad? Nadie puede temer un fin del mundo que aproxima la felicidad a las gentes, felicidad basada en la conciliación de los intereses de los hombres con los del cosmos y los dioses.
La segunda cuestión tiene que ver con la reiteración de los acontecimientos celestiales, que son, por ello, predecibles, y que los mayas amalgamaban con su propia interpretación de la naturaleza y el destino del universo, basada, qué duda cabe, en la experiencia de la selva y en el modelo social vigente, con mucha imaginación y unos gramos de fantasía. Lo hermoso de toda esta filosofía, que incluía derramamiento ritual de sangre y otras prácticas crueles, es que daba esperanza a las personas, confianza y seguridad, y, pienso yo, un inmenso amor por la vida.

domingo, 17 de enero de 2010

DE QUÉ Y POR QUÉ ESCRIBÍAN LOS MAYAS

Llegan a mis manos algunos libros recientes de investigadores norteamericanos, sobre todo de S. Houston, siempre preocupado de buscar los ángulos inéditos y sorprendentes (uno de los libros trata sobre el color, por ejemplo). Me gusta mucho que los estadounidenses, y afines, publiquen abundantemente y bien, y, aunque algunas malas lenguas dicen que publican lo mismo una y otra vez, y que lo hacen porque les obliga su sistema universitario y de investigación, el caso es que tenemos a menudo interesantes monografías y síntesis a las que echar un ojo. Son gente volcada en su profesión, tal vez demasiado especializada y poco atenta o curiosa por el mundo alrededor, pero eficaz. Por eso me inquieta que, luego de medio siglo desde que empezó de verdad y por el buen camino el desciframiento de los jeroglíficos, todavía haya tantas lagunas, tantos signos sin leer o traducir con seguridad, basta con decir que aún no sabemos como se llamaba el dios L y que dudamos sobre el dios E. En efecto, los mayas apenas escribían de otra cosa que de religión, y su panteón y su mitología son en buena medida un misterio en el que penetran esporádicos rayos de luz. El importantísimo Bolon Yokté, el enigmático patrono del mes Pax, se resisten a la investigación, y no digamos mitos como el de la doncella y el dios N. Los mayas escribieron para fortalecer su comunicación con las fuerzas sobrenaturales y para subrayar y difundir el papel que los gobernantes jugaban en ella. No fueron como los fenicios o los cretenses, más interesados por los asuntos económicos. ¡Y falta tanto por alcanzar la comprensión de su ideología religiosa! Ahí es donde los epigrafistas deben lograr éxitos contundentes, y no sólo descifrando, sino, sobre todo, interpretando.