Muchas culturas antiguas poseían mitos de origen que hablaban de la muerte y el descuartizamiento de un monstruo, cuyos restos sirvieron para construir la tierra o el mundo. Sabemos que los mayas pensaban que la tierra era semejante a un cocodrilo -o era realmente un cocodrilo- que descansaba y flotaba en una enorme extensión de agua. Algunas fuentes coloniales, como varios libros de Chilam Balam, cuentan que ese cocodrilo fue muerto por las potencias superiores, aparentemente mediante decapitación. Eric Velásquez, Ana García, Florencia Scandar y Alfonso Lacadena opinan que hay pruebas del período Clásico que apoyan esa versión del mito. Citan el trabajo de David Stuart con las inscripciones del Templo XIX de Palenque, y unos pocos, y escasamente concluyentes, datos iconográficos. Es posible que en Palenque se aceptara la idea de la decapitación del caimán, pero ni en Copán ni en Piedras Negras, ni en otros lugares mencionados por los investigadores, hay imágenes claras que avalen literalmente ese modelo de sacrificio. Mientras no se encuentre algo más, no podemos afirmar que la decapitación del caimán fuera una creencia maya clásica.
Por cierto, los esfuerzos por mostrar la continuidad de las creencias cosmogónicas, y religiosas en general, entre el Clásico y el Postclásico, y la época colonial, vienen a ratificar lo que llevo defendiendo desde hace más de veinte años, y rectifican otras perspectivas, como la del investigador francés Claude François Baudez, contrario a esa continuidad.
miércoles, 2 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario