viernes, 11 de julio de 2008
Comienzos en Perú
Los comienzos de mi actividad como arqueólogo americanista se remontan a 1968. Formé parte entonces de un equipo dirigido por D. Manuel Ballesteros Gaibrois que se proponía desarrollar un proyecto interdisciplinar de excavaciones y estudios antropológicos en la localidad de Chinchero, en la sierra peruana, no lejos de la ciudad de Cuzco. Allí estuvimos trabajando tres veranos, a más de 2700 metros de altitud. Los resultados de aquellos trabajos aparecieron en una publicación del Ministerio de Asuntos Exteriores y en varios artículos. El lugar es desde todos los puntos de vista fascinante; situado en el curso del Urubamba, en el llamado Valle Sagrado de los incas. Los palacios que investigamos fueron mandados levantar por el inca Huayna Capac en un paraje de enorme belleza. Las laderas están cubiertas por las terrazas de cultivo prehispánicas y pocos son los afloramientos rocosos que no han sido "regularizados" por aquellas industriosas gentes amantes de la piedra, canteros sobresalientes y constructores esforzados y geniales. Pero Chinchero es interesante además porque la iglesita colonial posee unas hermosas pinturas, y porque la población indígena celebra los domingos en la plaza del pueblo unos mercados de gran colorido en los cuales predomina el trueque. Mis recuerdos están vivos, fue una experiencia inolvidable: el escaso oxígeno no era impedimento para trepar por las laderas con el entusiasmo del arqueólogo neófito que descubre una poderosa civilización de ruinas colosales y misteriosas.
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