¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

viernes, 4 de marzo de 2011

EJERCIENDO DE PROFETA

Cuando yo empecé a interesarme por los mayas todo hacía presagiar que terminaría como arqueólogo peruanista, pues estaba excavando en Chinchero, en los Andes. Por aquel entonces los mayistas se dedicaban como locos a hacer trabajos sobre patrones de asentamiento y sobre tipología cerámica (el famoso tipo-variedad y sus daños colaterales). A mí me gustaban muy especialmente otras cosas, por ejemplo el arte, la religión, la iconografía, la epigrafía; y mi método era comparativo, me parecía que el comparativismo podía ayudar a interpretar los materiales de las excavaciones y a entender el comportamiento de sus creadores. Algunos años después los estudios iconográficos y epigráficos encabezan la estadística de lo que se hace de más prestigioso en la profesión; pero además, cuál no habrá sido mi sorpresa cuando ha llegado a mis manos un libro publicado por la UNAM, editado y compilado por Aurora Monod y otros autores franceses y mexicanos, en el que se hace una clara reivindicación del método comparativo. Me alegro mucho porque así es posible que se tengan en cuenta mis libros y artículos, en donde he comparado a los mayas con los egipcios o con los khmer, entre otros pueblos de semejante grado de desarrollo cultural. Ignoro si la señora Monod-Becquelin, o Alain Breton, o Mario H. Ruz, los conocen, pero creo que podrían haber hecho alguna referencia a ellos en esa voluminosa publicación. Al fin y al cabo he sido un precursor.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Signos, iconos y misterios

Ayer participé en un programa de televisión en el que se trató el tema de Tiahuanaco. Aparte de lo intrigante que resultan las ruinas de esta ciudad en medio del páramo andino, donde apenas unas briznas del ichu sobresalen de la tierra pelada, se habló mucho de la célebre Puerta del Sol y de sus indescifrados relieves. He ahí un problema como el que a veces nos plantean a los mayistas las escenas de la cerámica pintada o unos estucos como los de El Mirador recientemente descubiertos. Creo que la mejor, y tal vez la única, manera sensata de intentar resolver los problemas de esta clase es aplicando un método comparativo -semejante al que yo he utilizado en mi trilogía "Los umbrales del inframundo"-, así las figuras de la Puerta del Sol se relacionarían teóricamente con los iconos de Chavín, con las esculturas de Pucara, con las cerámicas Huari, con los mantos de Paracas, y, más lejos incluso, con la disposición y el contenido de otros frisos parecidos en Mesoamérica o el Próximo Oriente Antiguo. La inventiva humana no es infinita, y los seres alados que aparecen en Tiahuanaco tienen sus paralelos en otras partes del mundo, al igual que el supuesto Viracocha central con una cabeza aureolada de rayos. Con las comparaciones se llega a construir hipótesis mucho más ajustadas al problema, y muchas veces se alcanzan soluciones que de otra manera jamás hubieran aparecido en la imaginación de los investigadores.

martes, 18 de enero de 2011

Esperanzadores jeroglíficos

Mi amable comentarista Pablo Mumary me reprocha la escasa confianza que tengo en la información proporcionada por las inscripciones jeroglíficas mayas. Probablemente esa perspectiva algo escéptica se deba a dos razones, primero que me interesa mucho la egiptología, y en esa rama del conocimiento los avances fueron meteóricos desde que Champollion encontró la clave del desciframiento, y segundo, que mi impaciencia se aviene mal con la lentitud con la que vamos reconstruyendo, apoyados en la lectura de las inscripciones, la sociedad maya antigua. Un porcentaje muy elevado de los trabajos epigráficos se dirige a interpretar términos y frases que hacen referencia a la mitología o a la religión en general, lo que hace muy difícil la comprensión del texto y suscita numerosas hipótesis distintas, todas posibles. Las inscripciones del Templo XIX de Palenque son un buen ejemplo del laconismo y la relativa oscuridad de las inscripciones. Obviamente, sabemos ahora mucho sobre reyes, sus nombres, fechas y algunas ceremonias en las que participaban. Pero de la sociedad sobre la que gobernaban hay muy poca información en la escritura, y sabemos casi lo mismo que hace veinte años, los jeroglíficos no han aportado grandes cambios. La variedad de temas, y la amplitud de los desarrollos temáticos, que vemos en Egipto, no están presentes en el área maya. Pero eso no es una novedad, pasó lo mismo con el lineal cretense/micénico y con muchas tablillas cuneiformes. La escritura, en las civilizaciones antiguas, no era como actualmente un vehículo libre para expresar cualquier cosa, sino un recurso instrumental minoritario altamente especializado, para el comercio, la religión, o la exaltación de los reyes. Bienvenidos sean los desciframientos mayas y los debates que abren, el momento es excitante, aunque no demasiado prometedor. Pero me gustaría mucho que una larga inscripción nos relatara algún día con detalle un mito, el Popol Vuh, por ejemplo, y no sólo mínimos detalles de un reinado o conceptos religiosos aislados.

martes, 11 de enero de 2011

ICONOLOGÍA y EPIGRAFÍA

Cuando yo empecé a estudiar las culturas precolombinas había dos enfoques que todos seguíamos: o se hacía desde la documentación española de la época colonial, lo que más tarde se llamó en la Universidad de Madrid Etnohistoria, o se hacía desde la arqueología, con método tradicional, muy descriptivista. Mis primeras excavaciones en los Andes expresaron que era la arqueología lo que me interesaba, pero aquellos proyectos trataban de ser interdisciplinarios, y había etnólogos e historiadores en el campo, con los arqueólogos. De la arqueología más descriptiva se pasó a la arqueología más interpretativa -más antropológica, tal vez- y de ahí a la moda rampante de la iconografía. Los últimos trabajos que he dirigido no tienen que ver ya con excavaciones en el campo, sino con interpretaciones de las escenas de los vasos clásicos, de ignorada procedencia en su mayoría, estudio de símbolos, teorías mitológicas, etc. Y eso, creo yo, se debe al enorme prestigio alcanzado entre los estudiantes y entre los estudiosos por la tarea de los epigrafistas; lamentablemente, los logros de la epigrafía maya son todavía muy modestos, aunque en algunas cosas sus descubrimientos hayan sido sensacionales. Se debe tal situación a que los mayas escribían de manera escueta y de pocos asuntos, y muchas inscripciones, lacónicas y oscuras, más parecen fórmulas ocultistas para uso privado que verdaderas manifestaciones de propaganda política con eficacia social. Me gustan los trabajos iconográficos y epigráficos, pero a veces me pregunto si no estaremos suponiendo en exceso, dejando volar la imaginación y construyendo sobre débiles cimientos.

lunes, 22 de noviembre de 2010

PROYECTOS EN AMÉRICA

De tiempo en tiempo me lamento de la escasa presencia de la arqueología española en América. Sigo sin entender el porqué las autoridades competentes (Ministerios de Educación, Ciencia, Cultura y Asuntos Exteriores) prestan tan nula atención a estos asuntos que podrían ser una vía excelente para encauzar una corriente de cooperación con los paises de nuestro ámbito lingüístico y cultural. A nadie parece importarle un pimiento si hay misiones con arqueólogos o antropólogos por esas entrañables tierras que formaron parte de la Historia de España durante trescientos años, y que se supone, a tenor de la retórica oficial, que son área prioritaria para nuestra acción diplomática. Nada, pura palabrería, al menos ésa es mi sensación en lo que yo conozco y escucho. Que yo sepa, en el momento presente sólo hay una Misión arqueológica española de cierta entidad, la que trabaja desde hace años en el sitio de La Blanca, en el Departamento de El Petén, en Guatemala. Y Allí beneméritos investigadores de las Universidades de Valencia se baten contra las muchas dificultades, económicas, burocráticas, medioambientales, logísticas, para obtener nueva información sobre los mayas que poblaban la región a finales del período Clásico (ca. 800-1000 d.C.). Una tarea que merece todo el respeto de los profesionales, y desde luego la colaboración de los responsables de los dos lados del Atlántico. Además, son muchos los datos que van saliendo de las excavaciones de La Blanca y que ya han sido publicados en la serie del Proyecto, y algunos nuevos y muy importantes en lo que atañe a temas como la arquitectura, el urbanismo o los grafitos.
Proyectos de esta calidad deberían estar vigentes en otras zonas de América, en los Andes, por ejemplo, donde los arqueólogos españoles estuvieron presentes entre 1968 y 1980, o en las Antillas, o en Argentina, y ¿por qué no? en Estados Unidos o Canadá. Amplitud de miras, generosidad, visión de futuro, sensatez, todo eso es lo que piden los arqueólogos americanistas españoles a los políticos que deciden sobre tales cuestiones. Mi experiencia de muchos años me indica que ésa es una inversión muy rentable, y que la huella dejada por el trabajo español es visible, perdurable e indeleble.

miércoles, 6 de octubre de 2010

¡PIRÁMIDES!

Ayer estuve en un programa de televisión donde se discutía el problema de la definición de las pirámides. Acostumbrados a imaginar siempre pirámides egipcias o mesoamericanas perdemos de vista el hecho de que existen muchas más, en otros países y con otras características. Se hablaba ayer de las supuestas pirámides bosnias y yo subrayaba la diferencia indudable entre esas construcciones -si es que se las puede llamar así- y las mexicanas y guatemaltecas, no sé cómo calificar los restos encontrados en los Balcanes, pero toda elevación artificial con forma piramidal o troncocónica puede recibir el nombre de pirámide. La mayoría de las conocidas tienen función funeraria o de culto religioso, también conmemoran gobiernos y dinastías. Pero yo diría que una verdadera pirámide debe ser, ante todo, una representación de la montaña, de la montaña sagrada, de la montaña originaria, el nexo de unión con el cielo, el eje que conecta la superficie de la tierra con cielo e inframundo. La pirámide refleja el ansia de elevación hacia las nubes que sienten los seres humanos, tal vez la nostalgia de un tiempo en que los hombres y los dioses compartían codo con codo la creación.

lunes, 20 de septiembre de 2010

¡Viva la divulgación!

Rara vez me niego a colaborar con un medio en el que vea la posibilidad de una buena divulgación de la arqueología precolombina. Desde hace muchos años estoy comprometido con la idea de que en España se conozcan y se aprecien las civilizaciones americanas prehispánicas en igual medida al menos que lo son las orientales. Por eso publico artículos en las revistas de Historia, en las de viajes y en otras, y participo en programas de televisión como Cuarto Milenio, donde Íker Jiménez hace una extraordinaria labor para difundir los misterios de culturas como la maya, la de Nazca o la incaica. También salen a las ondas mis palabras en diversas emisoras de radio, por ejemplo en el programa de la SER que dirige Nacho Ares.
La América indígena formó parte de la Historia de España durante trescientos años. Es de justicia, y de sentido común, que nos preocupemos por que todos los españoles conozcan y se familiaricen con las raíces de esas sociedades nativas. Con mucha más razón cuando son civilizaciones maravillosas cuyas realizaciones resultan fascinantes, desde el punto de vista del arte y desde el punto de vista de la antropología.