miércoles, 2 de febrero de 2011
Signos, iconos y misterios
Ayer participé en un programa de televisión en el que se trató el tema de Tiahuanaco. Aparte de lo intrigante que resultan las ruinas de esta ciudad en medio del páramo andino, donde apenas unas briznas del ichu sobresalen de la tierra pelada, se habló mucho de la célebre Puerta del Sol y de sus indescifrados relieves. He ahí un problema como el que a veces nos plantean a los mayistas las escenas de la cerámica pintada o unos estucos como los de El Mirador recientemente descubiertos. Creo que la mejor, y tal vez la única, manera sensata de intentar resolver los problemas de esta clase es aplicando un método comparativo -semejante al que yo he utilizado en mi trilogía "Los umbrales del inframundo"-, así las figuras de la Puerta del Sol se relacionarían teóricamente con los iconos de Chavín, con las esculturas de Pucara, con las cerámicas Huari, con los mantos de Paracas, y, más lejos incluso, con la disposición y el contenido de otros frisos parecidos en Mesoamérica o el Próximo Oriente Antiguo. La inventiva humana no es infinita, y los seres alados que aparecen en Tiahuanaco tienen sus paralelos en otras partes del mundo, al igual que el supuesto Viracocha central con una cabeza aureolada de rayos. Con las comparaciones se llega a construir hipótesis mucho más ajustadas al problema, y muchas veces se alcanzan soluciones que de otra manera jamás hubieran aparecido en la imaginación de los investigadores.
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