martes, 16 de junio de 2009
Sólo dos palabras aún
En las catedrales medievales europeas no sólo se llevaban a cabo actos de la liturgia cristiana. Se compraba y se vendía, había reuniones con fines variados, se refugiaba la gente perseguida, algunos dormitaban tendidos por ahí. En fin, nadie confundiría una catedral con un mercado o con una plaza pública. Ciertamente, pudo haber enfrentamientos de juego de pelota exclusivamente deportivos, en alguna rara ocasión, fuera de las fechas especiales, no lo sé, nadie lo sabe con certeza para el período Clásico, porque no hay datos arqueológicos al respecto, pero únicamente en el Postclásico Tardío tenemos alguna escasa información de apuestas o contiendas no religiosas. Los códices mexicanos contienen representaciones de juegos de pelota, nunca lúdicos, siempre religiosos. Los marcadores, las esculturas relacionadas, las pinturas, los jeroglíficos, todo indica que el juego era un rito cosmológico en el que con frecuencia participaban incluso los reyes. Y además está el Popol Vuh donde se describe con detalle la simbología. Y si miramos los relieves de El Tajín o de Chichén Itzá, y otros, es indudable que en algunos casos el rito atlético terminaba con sacrificios humanos.
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