miércoles, 13 de abril de 2011
Palabras, palabras, palabras.
Por mi edad y formación yo soy persona de palabras. Cuando inicié mi carrera en la Universidad lo que verdaderamente contaba era la llamada "clase magistral", en la que un "maestro" experto en la materia, desgranaba sus ideas respecto a un tema particular. La calidad de su dicción, su elocuencia, sus maneras, la profundidad del pensamiento expresado, le calificaban como bueno o malo. Se proyectaban en ciertas carreras algunas filminas, diapositivas, transparencias, con arcaicos aparatos manuales. El resto lo hacían los libros, la lectura, se leía mucho, tanto "libros de texto", manuales, ensayos, como abundante literatura de diversa clase. Todo ello nos preparaba intelectualmente y, supuestamente, también para ejercer la profesión elegida. Hoy las cosas han cambiado muchísimo. En las aulas hay ordenadores y todo se hace a través de los power point, los estudiantes apenas leen libros, manejan Google, y, desde luego, ha desaparecido casi por completo la figura del maestro de verbo fácil y preciso y, a veces, audaz, original, innovador y comprometido. Ya no hay pugnas entre esos ilustres maestros defensores de teorías enfrentadas, ya no hay pasión en los oyentes de unos y de otros, no se llenan las aulas de seguidores y detractores, sino de muchachos que pretenden solamente sacar el curso de la forma más cómoda y rápida. Y aquello que se llamaba "vocación", tendencia irresistible que se despertaba en la adolescencia y que nos conducía a una determinada facultad universitaria y no a otras, es una rareza en vías de extinción. ¿Estamos mejor o peor? Habrá que analizar paso a paso los diferentes factores implicados para poder responder a esa pregunta.
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1 comentario:
En la madrugada de hoy domingo 17 le he escuchado en el programa "Espacio en Blanco" y me ha fascinado. Soy fiel seguidora de Miguel Blanco. A partir de ahora, también lo seré de usted. Descubrí tarde por la edad, que mi verdadera vocación es la Arqueología, y ahora estoy tratando de orientar mis miras profesionales hacia ella. Transmite usted el entusiasmo de una persona que ha dedicado toda su vida a trabajar en lo que le apasiona. Ojalá muchos pudiéramos decir lo mismo. Tarde, pero yo también quiero seguir mis sueños y aficiones de la adolescencia. Pilar. Sevilla
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