domingo, 19 de abril de 2009
DIVULGACIÓN ARQUEOLÓGICA
Desde hace muchos años me he dedicado con entusiasmo a la divulgación de aquellos aspectos de la arqueología americana que me parecían más próximos a la sensibilidad de un público lector hispánico. Es una tarea necesaria, el reconocimiento social de la investigación que realizamos los profesionales es la justa correspondencia a los medios que esa sociedad pone en nuestras manos. Siempre me ha indignado que los españoles sientan tan poca curiosidad por el continente americano, por sus pueblos antiguos y modernos, por su historia, que en buena medida es compartida con la propia España. Y esa indignación alcanza a los programas de las escuelas, que no incluyen a América indígena y precolombina como parte de nuestro propio pasado. No hace falta ser muy observador para darse cuenta de que en la empresa divulgadora priman las culturas asiáticas, africanas y europeas, y en lo que respecta a las civilizaciones antiguas Egipto entra a menudo en los hogares españoles de una u otra manera, mientras que muy pocos de mis compatriotas habrán oído hablar de los mochicas, de Teotihuacán, de los olmecas o de Tiahuanaco, todos ellos nombres que hacen referencia a culturas sobresalientes en el arte y en la antropología. Por eso he publicado decenas de artículos de divulgación en revistas como Koiné, Periplo, Viajeros, Historia 16, Patrimonio Mundial, Historia y Vida, Historia National Geographic, y en la prensa diaria, y casi nunca rechazo intervenir en la radio o en la televisión. Cuando nuestros jóvenes consideren a los mayas tan notables e interesantes como los egipcios, y cuando todas las personas sientan mucha curiosidad por las pirámides americanas, mi objetivo, y el de los que piensan como yo, estará cumplido.
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