martes, 28 de octubre de 2008
Maxcanú, un pueblo yucateco
A lo largo de mis viajes y excavaciones en América he tenido ocasión de vivir en muchos pueblos, a veces en duras condiciones, como sucedió en Ingapirca, a veces aislado de la gente del lugar, como en Champotón. Cuando iniciamos el Proyecto Oxkintok había que buscar un sitio adecuado donde poder instalar lo que los arqueólogos llamamos el campamento, que está compuesto por las habitaciones para dormir y también por las estancias dedicadas a almacén, laboratorio, cuartos de trabajo, suficientes baños, y otros rincones igualmente imprescindibles por una u otra razón. Dada la envergadura del proyecto buscábamos una gran casa, con mucho espacio, numerosos cuartos, un patio si era posible, en fin, toda la comodidad con toda la conveniencia científica. Lo encontramos en el pueblo de Maxcanú, y en él, en ese pueblo, he pasado alguno de los veranos más felices de mi vida, porque ahí sí fue fácil convivir con los pobladores, organizar excelentes cuadrillas de trabajadores, asistir a bonitas fiestas llenas de color y alegría, en fin, en Maxcanú encontramos todos los españoles la maravillosa hospitalidad maya y yucateca junto a muy buenas condiciones para desarrollar nuestra labor. La casa había sido antes ocupada por una sucursal bancaria, y tenía más de catorce habitaciones, y patio, y gran cocina, y bastantes duchas para que no notáramos tanto el pertinaz calor húmedo de la región. La gente de Maxcanú ha pasado a formar parte de nuestra memoria, y allí estará indeleble por su enorme simpatía y su extraordinaria calidad humana.
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