¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

martes, 29 de octubre de 2013

EL OCASO DEL REY SERPIENTE

Bien, se me puede acusar de reincidente, aunque espero que esa acusación se resuelva con un "me alegro", o un "a ver si hay una tercera vez". Porque lo que ha sucedido es que he vuelto a publicar una novela en Alianza Editorial, donde apareció hace un año BOLNAK, EL MAYA. Ahora la novela que ha salido en octubre y que ya está en las librerías de toda España, se titula EL OCASO DEL REY SERPIENTE. Es una ficción inspirada en el hundimiento inexplicable de los reinos del sur de la península de Yucatán, con el abandono de las grandes ciudades como Tikal, Palenque, Yaxchilán, y muchas otras. La novela es una segunda parte de la anterior, pues da continuación a las aventuras del joven sacerdote Bolnak, que está llamado a convertirse en el rey de su país, cuya capital es Ukmul. Los que aprobaron y disfrutaron con la primera parte pueden seguir acompañando a los cuatro amigos en esta segunda. La ventaja para los lectores en esta época de crisis es que el precio del libro es de unos 10 euros, nada caro, que es la característica de la colección 13/20 de Alianza. Espero que tenga muchos lectores y que me lleguen comentarios y críticas. Mi propósito es difundir al máximo la antigua civilización maya, y hacerlo ahora desde la literatura, que tan escasa atención ha prestado a esa brillante cultura, equivalente en América a lo que fueron egipcios o griegos en el Viejo Mundo. Gracias a los que lean esa obra y ojalá que lo pasen muy bien haciéndolo.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Novelas sobre mayas y egipcios

Este enlace conduce a un programa de radio, SER HISTORIA, en el que hablaba con Nacho Ares de mi novela BOLNAK EL MAYA http://www.cadenaser.com/widget/audio.html  Aparecía esta obra casi a la vez que Nacho publicaba otra novela sobre el arqueólogo Carter y el descubrimiento de la tumba de Akenatón, un faraón egipcio cuya biografía sigue siendo un misterio. Las semejanzas, los paralelismos entre ambas civilizaciones, maya y egipcia, son muy numerosos, y yo he tratado algunos en la Revista Española de Antropología Americana. No hubo ningún contacto entre ellas, pero estaban, en el desierto y en la selva, sometidas a presiones ambientales parecidas, y eso condicionó una serie de respuestas culturales que hoy llaman la atención cuando se comparan. Yo empecé mi carrera estudiando egiptología, paulatinamente fui interesándome por las sociedades precolombinas, y finalmente encontré en los mayas la más cercana a la del Nilo, y eso, unido a que era una civilización mucho más desconocida y enigmática, acabó inclinándome a su estudio. Hoy, tres décadas después, estoy muy contento de haberlo hecho así. Los mayas me han ofrecido tantos y tantos momentos maravillosos que la deuda que tengo con ellos es enorme. De todos modos sigo guardando por Egipto un interés permanente, y sus gentes antiguas están y estarán en mi cabeza para siempre.

viernes, 21 de junio de 2013

UNA LEVE MIRADA A LOS MITOS

Estamos en una fecha muy importante para los aficionados a la música, el bicentenario de dos genios de la composición, Verdi y Wagner. El primero tomó los argumentos de sus óperas, redactados por especialistas de la época, de la Historia, de Shakespeare, y de la vida cotidiana. El segundo recurrió a los viejos mitos y leyendas del centro y norte de Europa. Interesante propuesta la de Wagner, porque refleja un sentimiento creciente en la Alemania del XIX, la búsqueda y el afianzamiento de unas raíces pangermánicas que sustentaran el proceso de unificación y hegemonía encabezado principalmente por Prusia. Italia, embarcada en un proceso semejante, no parecía necesitar de tales recetas, debido, seguramente, a que era una patria en gran medida invadida y ocupada por potencias extranjeras: aquí el objetivo era la libertad y la independencia, la unidad vendría a continuación. En los estados alemanes los mitos eran fundamentales, y por ello las óperas de Wagner, aparte los grandes valores musicales que atesoraban, tuvieron una resonancia que en otros lugares, Francia por ejemplo, no lograron alcanzar. Lo que me gustaría poner sobre la mesa en vista de esos aniversarios es la idea de la originalidad de los mitos que dieron origen a la tetralogía de El Anillo del Nibelungo; es decir, los personajes que allí aparecen ¿son propiamente germánicos?, o ¿pueden ser asimilados al sentimiento ancestral de la "germanidad"? Mi opinión es que no, que su universalidad es patente, que los dioses constituyen un catálogo de personalidades y funciones muy semejante al de otras partes del mundo, América por ejemplo, y que los héroes cumplen misiones equivalentes a los de otros héroes antiguos y legendarios. Los símbolos, la cosmogonía, existente en el Anillo, son los que podemos vislumbrar incluso en culturas tan alejadas como la maya prehispánica. La conclusión es que, más allá de la universalidad de muchos ciclos mitológicos y complejos simbólicos, esos materiales sirven perfectamente para los fines políticos y de integración social perseguidos en cualquier parte del mundo.

jueves, 16 de mayo de 2013

Arte y arqueología

Estoy deseando encontrar de una vez por todas las razones que tienen algunos arqueólogos para llamar a sus libros "Arte de Tal" o "Arte de Cual". La Historia del Arte utiliza una metodología y una jerga científica bastante alejada de las habituales en la bibliografía arqueológica. Por supuesto que un arqueólogo puede escribir sobre el arte de una civilización del pasado, pero entonces conviene que se coloque en la posición del historiador del arte y que se arme de la estructura conceptual oportuna. Muchos libros de arte precolombino, por ejemplo, sólo son fieles traslaciones de los mismos libros titulados arqueología precolombina. No basta con describir objetos y monumentos, darles fechas y lugares, hay que penetrar en sus cualidades artísticas, mirar como lo haría un crítico de arte, conceder su sitio a la forma, la composición, la línea, el volumen, la perspectiva, los puntos de fuga, la configuración visual, el ritmo y tantas otras cosas, y, por supuesto, usar una hermenéutica particular, buscar significados poco frecuentes en Antropología y normales en Historia del Arte. Curiosamente, creo que es más fácil que un historiador del arte, como Virginia Miller o Tatiana Proskouriakoff, llegue a los arqueólogos, trabaje como los arqueólogos, que a la inversa; conozco muy pocos arqueólogos que hayan logrado llegar a los historiadores del arte, y que hayan escrito manuales que sirvan en los departamentos dedicados al arte de la Antigüedad. En la mayística, si queremos saber arte y arqueología leemos a los Miller (Virginia, Mary Ellen, Artur), a Kubler, a la citada Proskouriakoff, pero si solamente queremos saber arte es inútil leer a Morley, Sharer, Willey, o casi cualquier otro arqueólogo por famoso que sea. Dirán ustedes "zapatero a tus zapatos", es cierto, para eso están las especializaciones, pero me ronda por la cabeza la idea de que los arqueólogos aprendemos más de las viejas civilizaciones si entendemos y aceptamos los criterios, las maneras y las conclusiones de nuestros colegas historiadores del arte, si nos interesamos por sus trabajos y colaboramos con ellos.

jueves, 11 de abril de 2013

¿Cómo debe ser una novela histórica?

Dentro de poco se cumplirá un año desde que apareció mi novela Bolnak, el maya. Es un buen momento para hacer balance. Lo primero que tengo que reconocer es que algunos lectores se han quejado de la cantidad de términos mayas que hay en la obra, unos dicen que hace difícil la lectura, otros que resulta así "demasiado técnica". Nada más lejos de mi ánimo, como digo claramente en la nota preliminar, escribir un libro técnico, sino todo lo contrario, pretendo huir de los tecnicismos y hacer ficción lisa y llanamente. Pero era absolutamente necesario crear un ambiente maya para diferenciar la novela de otras que ocurren en Roma, en Bizancio o en Egipto, y ese ambiente, en cierta medida, se logra con una terminología maya, ceremonias, topónimos y cosas variadas. Es conveniente leer esos nombres como lo que son, un rótulo identificativo, que no es preciso tratar de entender y ni siquiera memorizar. Es cierto que el lector español está poco o nada acostumbrado a la lengua maya, pero sería lo mismo con el sumerio o el persa. Lo que importa, por tanto, es la acción, lo que acontece, y no tanto la denominación de los protagonistas del suceso. Otros lectores, los que gustan de América precolombina, o de América sin más, han encontrado la obra atractiva y, a menudo, una buena vía para empezar a interesarse por los mayas, para despertar la curiosidad, una puerta que facilita la entrada a un mundo muy distinto del de la tradición mediterránea y  absolutamente fascinante. Como las lagunas que existen sobre la historia antigua de los mayas mesoamericanos son muchas y muy vastas, una novela que transcurra en el siglo VIII no puede ajustarse al llamado "rigor histórico", porque entonces habría muy pocas posibilidades de escribir una narración fluida e interesante, y está obligada a reconstruir idealmente situaciones, lugares, hechos y personajes, que resultan, por tanto, consecuencia de la imaginación, de lo que pudo haber sido. Lo importante, a mi modo de ver, es que la obra  guarde una distancia con lo auténticamente fantástico o disparatado, que se mantenga en el ámbito de lo plausible, aunque imaginado o indemostrable. Esa misma norma es la que guía la segunda novela de Bolnak, que espero pueda estar en la imprenta a lo largo de este año 2013.

miércoles, 13 de marzo de 2013

HABLAR Y ESCRIBIR

Empiezo por reconocer que no entiendo nada de deportes, pero me ha llamado la atención que en repetidas ocasiones los periodistas de la radio y televisión hayan mencionado a un equipo de fútbol de la ciudad de Milán como el Milan. Esas modas lingüísticas nunca son censuradas por la Real Academia, que ignoro para qué diantres existe. Al hilo de esa observación recuerdo que muy a menudo se pronuncian los nombres de las ciudades de diversa manera, sin unanimidad y nadie que lo remedie. Así, unos dicen y escriben Lleida, y otros Lérida. Creo que en español lo correcto es emplear la forma "españolizada" de topónimos y antropónimos, y también de teónimos. O sea, debe decirse Londres, y no London, Burdeos, y no Bordeaux,   Turín, y no Torino, Gerona y no Girona, y así todo lo demás. No es un pecado, sino todo lo contrario, buscar formas generalmente aceptadas de transliterar exóticas o difíciles palabras; vean ustedes lo que se hace, por ejemplo, con los nombres polacos, o checos, o rusos, que serían frecuentemente impronunciables por un español, y no digamos los chinos o indios. Finalmente, como es lógico, defiendo que se haga lo mismo con los nombres mayas o procedentes del náhuatl, o de cualquier otro idioma indígena americano; pero, por favor, directamente al español, sin pasar antes por el inglés, que es lo que se hace ahora y por eso nos encontramos con formas y letras inexistentes en nuestra lengua o difíciles de pronunciar.

jueves, 21 de febrero de 2013

CINE Y ARQUEOLOGÍA

En estos días ha tenido lugar en Madrid la entrega de los premios Goya, que, a pesar de su nombre, favorecen a los cineastas (seguramente a un premio de pintura le hubieran llamado Buñuel o Berlanga). Son premios que concede una minoría de gente relacionada con el cine a una minoría de gente relacionada con el cine. La inmensa mayoría de los españoles se desinteresan de esto, no son muy aficionados al cine español. Pero mi país es un país de imitadores, si lo hacen en los Estados Unidos, la meca del cine, por qué no lo vamos a hacer nosotros. Sólo que imitamos mucho peor que los chinos o los japoneses. En fin, debido a esa circunstancia he estado pensando en el mucho cine que ha tratado temas arqueológicos, tanto porque la acción se situara en el pasado más o menos remoto (hay cine de la prehistoria, bíblico, de romanos, de egipcios etc. etc.), o porque tratara de arqueólogos en el ejercicio de su profesión, desde El secreto de los incas hasta Indiana Jones. Yo propondría que se incluyera en los planes de estudio de las universidades una asignatura sobre la arqueología en el cine, solamente comentando críticamente esas películas los alumnos aprenderían sin duda más que a través de meses de áridas disertaciones. En mi caso, yo he llegado a escribir y publicar un artículo sobre el Apocalypto de Gibson, pero no me hubiera importado nada impartir un curso sobre las peripecias de Harrison Ford o sobre aquella inefable Los reyes del sol. Creo que hay que aprovechar la capacidad de penetración del cine para llegar a unos jóvenes cada día más alejados de la cultura y las humanidades. No tengo muchas esperanzas, pero lo digo por si a alguien con poder de decisión se le ocurre hacer algo al respecto.

lunes, 14 de enero de 2013

EL GÉNERO Y LA GENERACIÓN

En el Congreso de Americanistas de Viena presenté dos breves comunicaciones sobre aspectos particulares de la arquitectura y las figurillas mayas. Ahora se va a publicar por la Universidad de Yucatán un libro con las ponencias y comunicaciones del simposio de figurillas, y las organizadoras de aquella sesión me mandan las instrucciones de redacción por si me interesa ver impresas en papel mis ideas sobre ese tema. De inmediato, al leerlas, mi vista se va al apartado en el que se advierte sobre la inconveniencia de incluir términos que puedan suscitar recelos feministas, que parezcan discriminatorios para el género femenino, o que sencillamente evoquen el papel preponderante de los varones en nuestra sociedad (y en las antiguas). Así, no debo poner la palabra "hombres", sino "humanidad" o "seres humanos", y si escribo ciertas ocupaciones o profesiones debo hacer constar la variante femenina, como "obreros y obreras", "campesinos y campesinas", o "profesores y profesoras". Tal vez no ha llegado a mi conocimiento la revisión que a las reglas gramaticales ha debido hacer la Real Academia de la Lengua, porque hasta ahora el plural se formaba con la primera de esas palabras. Como la mencionada Academia en los últimos tiempos prefiere, en lugar de cumplir su lema de limpiar y fijar, admitir sin más cualquier forma coloquial que circule por las calles, por fea, ordinaria, ramplona e innecesaria que sea, es posible que ya haya aceptado también lo de /as (horripilante costumbre), y la necesidad de evitar la políticamente incorrecta "hombres". Yo seguiré escribiendo como creo que se debe escribir el español, sin dejarme llevar por modas, feminismos, vulgarismos, o, lo peor de todo, lo políticamente correcto. No mandaré, por tanto, esos folios a mis amigas del simposio de Viena.