¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

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jueves, 2 de enero de 2014

LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS

Desde mis muchos años en la universidad española creo que he ganado el derecho a comparar la situación actual con la que me encontré a mi llegada. Algo que no se olvida es que antaño el acceso y las posibilidades de una carrera universitaria como profesor e investigador iban ligados a la protección, por llamarlo de alguna manera, de un catedrático con influencia. Era él quien trazaba las líneas de lo que el recién llegado debía o no debía hacer, los puestos que ocuparía y las tareas que se le iban a encomendar. Hoy, ese sistema piramidal se ha transformado en otro claramente horizontal donde se necesitan los votos de numerosos miembros de un departamento. Este de ahora parece más justo, pero es una impresión engañosa, sigue siendo conveniente, si no absolutamente necesario, ser hábil en las relaciones personales, llevarse bien con la gente, adular al que se deje y contemporizar con lo que se ve o se oye. Los méritos son importantes pero casi secundarios, como pasaba antes, existe todavía la endogamia, más fuerte desde que hay autonomías, y las plazas siguen llevando nombre antes incluso de que se convoquen. Es difícil hacer investigación, ahora hay muchas más horas lectivas y más agotadoras, y sin embargo la investigación tiene mucho peso en la valoración de los curricula. No obstante, yo diría que antes había más gandules y zoquetes que alcanzaban el rango de profesor, pero también había más gente brillante que ahora. Cuando yo empecé en la universidad, todo el mundo conocía una docena de nombres famosos en la vida académica, hoy el hombre de la calle no podría mencionar a uno solo, incluso si la pregunta se dirige a alguien culto y lector de periódicos. ¿Hemos avanzado, hemos ganado con los cambios, o hemos perdido? ¿Hay ahora más mediocridad que antes? Otro tema interesante son los estudiantes, y esos sí que son bien diferentes, desde el atuendo hasta la conducta. Pero de eso escribiré en otra ocasión.

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